CAMINANDO HACIA EL INTERIOR

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Cuando periódicamente dedicamos un tiempo al silencio,

empezamos a interiorizar, a encontrar respuestas…

Empezamos a comprender y comprendernos.

No necesitamos juzgar. Sabemos que, anterior a cada conducta

propia o ajena,

hay una historia que ignoramos, y no tenemos por qué saber.

Y empezamos a amar y a dejarnos amar

y los encuentros se multiplican,

y el acogimiento, la ternura y los abrazos, también.

Y, este entramado humano empieza a perdonar, a poner en común lo que tiene, lo que es.

Y hay diálogo y entrega. Para ayudarse, para acompañarse, caminando y curándose mutuamente las heridas, y nadie queda solo.

Empiezan los regalos mutuos de algún detalle, cosas, gestos,

como signo de amistad y de presencia como marca de espíritu sensible y atento.

El amor es siempre gracia y presencia.

Gracia y presencia que tenemos en nuestro interior.

La cuestión está en hacer camino hacia nuestro interior para encontrar la gran riqueza humana.

                                                                       Cati Pastor Ramis

2 comentarios

  1. Toni |

    Hombre, cuando al fin el Silencio sea en ti oración… ¡Tu palabra será verbo creador! Y en el umbral de tus silencios podrás sentir la presencia de lo que, en tu necesidad de nombrar, tal vez llames Dios… Pues, Ello le llames como lo llames, lo concibas como lo concibas es al Hombre lo que el Silencio a la Palabra. Solo el Silencio en su infinita grandeza puede dar cabida y cobijo a las palabras. Ninguna es excluida, todas son acogidas por un igual. Las palabras pasan… Más, el Silencio, eterno, inmutable e infinito permanece intacto…
    A esta capacidad de comunicación y diálogo interno algunos lo llaman “meditación” pues, es un diálogo intenso y profundo en silencio y en el silencio.
    Solo en el silencio de la voz de la mente, la voz del silencio puede ser percibida por el fino oído del Alma… Pero, una mente silenciosa no es una mente dormida, sino muy despierta y atenta para percibir los sutiles mensajes que desde aquello que de más puro y genuino aún resta en nosotros, aquello que realmente somos, y por encima del ruido de la mente trata de hacerse manifiesto, perceptible en todo su esplendor. Y es solo así que se hará al fin realidad en ti la maravilla de sorprenderte en un amar pensando y en un pensar amando.

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