PAZ Y PLENITUD
Estamos demasiado acostumbrados a confundir nuestro ser interior con la imagen que nos refleja nuestro tener.
El P. Jaime Bonet, fundador de la congregación Verbum Dei, animaba a sus seguidores a que se desprendieran de objetos y posesiones. Decía y repetía que se trabajasen el desprendimiento
Hay personas que se encuentran a sí mismos cuando, por un accidente o cualquier desastre han perdido aquello con lo que más se habían identificado, todo lo que les daba su sentido del yo. Ya sean sus posesiones, su salud, su autonomía, su visión, su pareja, sus hijos…
San Pablo habla de “la paz de Dios que sobrepasa toda comprensión” (Filipenses 4,7). Es una paz que no parece tener sentido. Y alguien observa y dice: “Cómo es posible que mantenga serenidad con todo lo que le ha pasado.”
Y además de mantenerse serenas son personas que se vuelven compasivas, sabias y afectuosas.
Rendirse conduce a la aceptación interior, a estar abierto a la vida.
La pérdida, bien trabajada, lleva a encontrarse con el “ser” valioso que somos. Cuando se pierde aquello a lo que nos agarramos emerge el “yo íntimo”. Son momentos para estar muy despiertos y darse cuenta de lo que la vida nos pone al alcance, nuestro interior limpio, donde está la paz, el amor y la alegría; nuestro interior que sabe desprenderse de todo porque ha encontrado la plenitud. Ha encontrado esa paz de la habla San Pablo.
Cati Pastor
PAZ Y PLENITUD
Estamos demasiado acostumbrados a confundir nuestro ser interior con la imagen que nos refleja nuestro tener.
El P. Jaime Bonet, fundador de la congregación Verbum Dei, animaba a sus seguidores a que se desprendieran de objetos y posesiones. Decía y repetía que se trabajasen el desprendimiento
Hay personas que se encuentran a sí mismos cuando, por un accidente o cualquier desastre han perdido aquello con lo que más se habían identificado, todo lo que les daba su sentido del yo. Ya sean sus posesiones, su salud, su autonomía, su visión, su pareja, sus hijos…
San Pablo habla de “la paz de Dios que sobrepasa toda comprensión” (Filipenses 4,7). Es una paz que no parece tener sentido. Y alguien observa y dice: “Cómo es posible que mantenga serenidad con todo lo que le ha pasado.”
Y además de mantenerse serenas son personas que se vuelven compasivas, sabias y afectuosas.
Rendirse conduce a la aceptación interior, a estar abierto a la vida.
La pérdida, bien trabajada, lleva a encontrarse con el “ser” valioso que somos. Cuando se pierde aquello a lo que nos agarramos emerge el “yo íntimo”. Son momentos para estar muy despiertos y darse cuenta de lo que la vida nos pone al alcance, nuestro interior limpio, donde está la paz, el amor y la alegría; nuestro interior que sabe desprenderse de todo porque ha encontrado la plenitud. Ha encontrado esa paz de la habla San Pablo.
Cati Pastor